BAHÍA
Se refleja en el cristal de la bahía
cada noche al encender los candelabros
unos tonos bronce y oro en la caída
de los rayos que da el sol por los tejados;
tiene el mágico misterio de la noche
ese oscuro de los puertos con sus barcos,
y las luces que reflejan de colores
el sereno anochecer de los ocasos.
Hay momentos que en la paz de su armonía
el silencio se hace dueño del letargo
más de nuevo, los sonidos traen la vida
de animales en su entorno, cautivando;
y se alzan en el aire como siempre
avecillas que sus alas desplegaron,
cuando llega nuevamente por el Este
otro día, y con el… otro milagro.
Ángeles Asensio
Se refleja en el cristal de la bahía
cada noche al encender los candelabros
unos tonos bronce y oro en la caída
de los rayos que da el sol por los tejados;
tiene el mágico misterio de la noche
ese oscuro de los puertos con sus barcos,
y las luces que reflejan de colores
el sereno anochecer de los ocasos.
Hay momentos que en la paz de su armonía
el silencio se hace dueño del letargo
más de nuevo, los sonidos traen la vida
de animales en su entorno, cautivando;
y se alzan en el aire como siempre
avecillas que sus alas desplegaron,
cuando llega nuevamente por el Este
otro día, y con el… otro milagro.
Ángeles Asensio
2 comentarios:
Precioso y delicado poema. Es una pena que en esta página haya tan poca costumbre de comentar. No hablo de análisis rigurosos, sino de simples palabras de estímulo. En las hoy denostadas corridas de toros, un silencio es una negativa muy audible; espero que aquí sólo sea desgana.
Un beso.
Gracias Francisco, pero no me preocupa porque sé que se acepta en otros sitios. Besicos compañero.
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