Alba me cedió
uno de sus nombres para llamarme,
pero yo traía el mío,
uno que recogí camino de Aljustrel,
tal vez una ruta de menos,
tal vez unos meses de mas.
Venticuatro primaveras inconclusas
porque la retama la tomé prestada
al final de un bosque de pinos
al otro lado de la desoleada canela.
Luego de atravesar la trocha lluviosa,
el camino nunca mas tuvo una señal,
ni siquiera en el colorido grafiti
de una pared injertada.
Pio Zelaya. 2012
4 comentarios:
Hermoso poema.
Un canto de versos.
Luz de luz.
MA
Que bonito escribes, amigo mio. Un beso
Poesía! Eso...Abrazos, Pío
gracias, viniendo de poetas. Besos.
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