Te echaré la persiana para que duermas
y descanses esos ojos despiertos
toda la noche, empeñados en no cerrarse
por sólo el placer de mirarme.
Te acurrucaré cuando me vaya,
en esa playa de cama blanca,
para que reposes hasta mi vuelta,
entre sueños y esperanzas.
A la vuelta, escucharé tus risas,
tus locuras y tus alegrías,
y dareme cuenta de que eres,
sencillamente,
más de lo que pude suponer.
El tiempo negro pasó.
Quedó dentro de los infiernos.
Hoy.
Hace buen día.
3 comentarios:
Excelente, Alfonso.
Un saludo
Un poema intimista, tan bello como delicado...Una delicia para cualquier alma sensible, y mucho más si ese alma es femenina. Un beso
Gracias :)
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