Sobre la mesa dejo algún recuerdo
manoseado, un pecho frágil, largas
tempestades e inútiles intentos
por mantener candente la esperanza.
Un manojo de sílabas en verso
periódicamente desordenadas,
y una maraña intacta de horas-dejo-
por si acaso tu luz las traspasara.
Sobre la mesa dejo mi silencio
acumulado, roto en mil palabras
que nunca dije, algún que otro momento
inacabado, anhelos y fantasmas.
Un montón de domingos en barbecho
prolongado, un racimo de semanas
rescatadas del frío, mil desiertos
tras los cristales-dejo- y muchas canas.
Sobre la mesa, víctima del viento,
dejo mi fe rendida, con las alas
inservibles, un mundo que no entiendo
a pesar de tu esfuerzo, y otra mirada.
Una pila de cosas que no encuentro,
un sueño reciclado en una caja
de
zapatos, un libro con mil cuentos
para
vivir y -dejo- una palabra.
Sobre la mesa dejo el imperfecto
de mi verbo erizado, una balanza
descompensada y vanos juramentos
en tardes de tormenta y de baladas.
Un reloj derritiendo cada tiempo
a todas horas -dejo-, una montaña
de cartas que jamás envié y un viejo
calendario con motas de nostalgia.
Sobre la mesa, llena de agujeros,
dejo la ilusión mal hilvanada
al futuro, el amor en un pañuelo
y una promesa añeja e innecesaria.
Un puñado de pétalos y besos,
náufragos de pateras olvidadas
en el mar de la vida, algún fragmento
de mi piel -dejo-, risas, llantos...Nada.
Sobre la mesa dejo el sentimiento,
más marchito que vivo, echado en agua
hasta el juicio final, un diente menos
y, aún sin resolver, dos crucigramas.
Una mosca en la sopa, un gato negro
en el portal y alguna razón clara
para escapar apenas con lo puesto.
Mª Antonia Gutiérrez Huete
3 comentarios:
Magnifico.
Vamos dejando...
Un abrazo.
Gracias Trini, por tus palabras.
Un abrazo
Cuantos sentimientos plasmados en este hermoso poema amiga
Un abrazo
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