¡Cantemos!, que es Nochebuena,
con el alma a flor de labio.
Cantemos, en desagravio,
que ya se marchó la pena.
Eres miel de mi colmena
y mástil de mi navío;
y hoy quiero, Corazón mío,
hacerte de amor un lecho
y guardarte aquí en mi pecho
para que no pases frío.
© Carmen Aguirre
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